Aprovechando que había gente nueva en el grupo tocó repetir excursiones pasadas. Siempre es un placer volver a San Blas. Ya van cinco veces si no me equivoco, y sigue sin defraudar. Esta vez nos tocó algo de viento y mala mar, pero mereció la pena el viaje sin duda.
Creo que ya comenté en otra entrada que tenemos un contacto allí, un kuna. Siempre que vamos, lo hacemos todo con él, es un buen tipo y nos ha tratado muy bien siempre. El plan suele ser ir a una isla sin gente ni electricidad, para hacer la experiencia aún más auténtica. Además hacemos una parada en una de las islas más pobladas, para ver cómo viven ellos. Muy curioso para quien llega por primera vez sin duda.